lunes, 30 de abril de 2007

GUERNICA (I parte)


“Guernica, the most ancient town of the Basques and the centre of their cultural tradition, was completely destroyed yesterday afternoon by insurgent air raiders”.
Así comienza la crónica que “The Times” publicó el 28 de abril de 1937, dos días después del bombardeo de Guernica, escrita por su corresponsal George Steer.
El bombardeo de Guernica, y la obra homónima de Picasso que lo representa, se han convertido en uno de los símbolos pacifistas más conocidos y empleados en todo el mundo. Pero tratándose del nacionalismo vasco, su simbolismo alcanza un significado más profundo.
En las elecciones de 2001, el PNV abrió la campaña exigiendo al Gobierno español que se disculpara por el bombardeo, exigencia que han manifestado en otras ocasiones. La estolidez no merece comentarios pero hay que admitir que pone de manifiesto uno de los principales argumentos del nacionalismo vasco para reclamar sus demandas: el supuesto intento de destrucción del País Vasco y su cultura a manos de España, su ejército y sus sucesivos gobiernos y mandatarios.
Si preguntan a cualquier viandante de Eibar, Bilbao o Murguía sobre el número de muertos que provocó el bombardeo, la cifra no bajará de 1000 e incluso es probable que respondan que más de 3000. Si tenemos en cuenta los enterramientos que se realizaron del 26 al 29 de abril en Guernica, los heridos que fueron trasladados al hospital de Basurto y que fallecieron posteriormente y los veinticinco cadáveres que fueron rescatados tras la entrada de los nacionales en el refugio de Santa Ana, la cifra de muertos apenas sobrepasa el centenar. No es una cifra baladí y más teniendo en cuenta que la cifra de habitantes de Guernica era entonces de 5000 habitantes. Toda muerte es trágica pero la cifra se aleja mucho de las 1000, 3000 o 5000 que están en la mente de la mayoría de los vascos. Es comprensible que George Steer hinchara la cifra de fallecidos. Él y otros conservadores británicos buscaban influir en la opinión pública inglesa ante el rearme alemán y la pasividad pacifista laborista. Por el mismo motivo, adjudicó a los alemanes la autoría del bombardeo de Durango unos días antes aún sabiendo que había sido obra de los italianos. Lo escandaloso, lo punible, lo inmoral y lo trágico es que el mito de Guernica, junto a otras muchas interpretaciones libérrimas y manipuladas de la historia sigue siendo el combustible que emplea el nacionalismo vasco para justificar lo injustificable y reclamar lo que nunca le ha pertenecido.
En las escuelas, en los mítines electorales, en diversas publicaciones; se explica como Franco pidió a los alemanes que bombardearan Guernica, símbolo legendario de los vascos, y aniquilaran a su indefensa población civil, omitiendo, por ejemplo, que el bombardeo tenía un elevado interés militar ya que, entre otras razones, la villa contaba con cuarteles y fábricas de armas y en la fecha del bombardeo se hallaban acantonados allí tres batallones.
En la misma línea, las Guerras Carlistas se han convertido por arte de magia en guerras de España contra las Vascongadas y en el intento de aquella por acabar con las leyes y tradiciones de los vascos, lo mismo que la instalación del tejido industrial siderúrgico, estrategia para poblar de inmigrantes el País Vasco y eliminar así a la población autóctona de raza vasca pura junto a su singular y prehistórica lengua. Y no son los vascos los únicos que se dedican a poner “patas arriba” la historia de España. El cuadernillo publicado en “El Mundo” el día 29 de abril con motivo de la celebración de los 25 años de autonomía valenciana dice textualmente: “el III aniversario de la Batalla de Almansa, una efeméride que adoptamos todos los valencianos como símbolo de nuestra autonomía, de nuestros derechos como pueblo y de la defensa de nuestras señas de identidad”. Vamos, como si los alpinistas de todo el mundo, eligieran a Ramón Mercader su santo patrón. Estas interpretaciones ad libitum de la Historia, han tenido y tienen unas consecuencias dramáticas para España. Pero no seamos hipócritas a la hora de señalar a los culpables.

GUERNICA (II parte)


Que un enano mental mesiánico como Sabino Arana creyera que Dios le había elegido para redimir al pueblo vasco de su agónico cautiverio es un hecho aislado sin importancia. Que miles de personas sigan identificándose con su doctrina es terrible pero que a lo largo de los años nadie haya sido capaz de acabar con este despropósito es inaudito. ¿De qué nos avergonzamos los españoles? ¿Por qué permitimos que cualquier pazguato manipule la memoria de nuestra historia, tachándonos de sanguinarios, crueles, fascistas y genocidas y respondamos, no sólo con el silencio sino, muchas veces con la aceptación de tales dislates? Quizás creemos que los ejércitos de Napoleón se dedicaban a repartir cereales y ganado por los pueblos de Europa, que los colonos que se instalaron en el Oeste americano se parecían a Kevin Costner en “Bailando con lobos”o que los ingleses establecieron una alianza de civilizaciones con los habitantes del Indostán durante la época colonial. A lo mejor, los turistas españoles que visitan El Louvre en Paris piensan que “La Victoria de Salmotracia”, “La Venus de Milo” o las columnas egipcias allí expuestas son regalos de Estados miembros de la Unión Europea al pueblo francés.
Nos avergonzamos de nuestro himno, de nuestra bandera. Vayan a Estados Unidos y verán como muchas personas ondean una bandera de su país en la fachada o el jardín de su casa por no mencionar que cuando escuchan su himno nacional, se levantan y se llevan la mano al corazón.
Pero en realidad, nosotros vamos camino de eso. Vamos camino de celebrar el día que a Sabino Arana le salió el primer diente de leche; de conmemorar la Primera Comunión de Bravo, Maldonado y Padilla, ahora convertidos en independentistas castellanos; la menarquia de Agustina de Aragón que a este paso se va a convertir en la inventora de la “kale borroka”; de juzgar a los espíritus de Hernán Cortés, Pizarro y Orellana por genocidio o de localizar los restos de Boabdil el Chico para obtener su ADN, y una vez ante su “doble”, pedirle disculpas y entregarle el Reino de Granada que con tan malas artes le fue arrebatado por los Reyes Católicos.
España no existe. No ha existido nunca. Fue un invento de los Reyes Católicos mejorado por Franco pero ha llegado el momento de acabar con él. Nos sirve cualquier fórmula: un estado federal, confederado o un reino de taifas. Que cada región, comarca o pueblo del Estado Español reivindique lo que le fue arrebatado. Que sigan leyendo “El Quijote” en Pekín, Berlín o Varsovia que nosotros empezaremos a leer “Kuentos dun lavriego asturianu i sus bakes lokes”.
Qué tiempos en los que nos reíamos de que los universitarios estadounidenses no supieran situar Vietnam en un mapamundi o creyeran que España era una provincia de México. Pues que pregunten a un niño español por donde pasa el Tajo, donde nace el Duero o donde se ubica el Sistema Penibético y verán que no tiene ni puñetera idea. Eso sí, si es aplicado sabrá que el pico más alto de su Comunidad Autónoma es el Cerro de los Cuernibizcos, de 87 metros de altitud y desde cuya cumbre se puede uno deleitar con la visión del Arroyo de los Meaos, en cuyas aguas se cría la única trucha murciana con denominación de origen. Una joya gastronómica.

martes, 17 de abril de 2007

VASCOS


Todos hemos oído hablar a los nacionalistas vascos de “imperialismo español”. La paradoja se produce cuando comprendemos el tono despectivo y el odio con el que utilizan este término. Los historiadores hablan del Imperio español para referirse a un periodo de la historia de España enmarcado en la Edad Moderna durante el reinado de la dinastía de los Austrias y que tiene como punto de máximo esplendor los reinados de Carlos I y Felipe II.
Marinos y exploradores españoles se lanzaron a descubrir y colonizar tierras hasta la fecha desconocidas movidos por la sed de aventuras, la búsqueda de riquezas o el deseo de evangelizar a los indígenas de aquellos territorios. Mientras, los Viejos Tercios se convertían en la columna vertebral de la hegemonía militar española en Europa siendo considerados durante mucho tiempo la mejor infantería del mundo. Con más valor que medios y con un sentido del honor que para sí lo hubieran querido los Francis Drake de turno, sus hazañas se reflejan desde entonces en los libros de historia.
Nombremos a algunos de ellos:
Miguel López de Legazpi, conquistador de Filipinas y fundador de Manila; Juan de Garay, que exploró el río Paraná y fundó entre otras, las ciudades de Santa Fé y Buenos Aires en su segunda fundación; Juan de Urbieta, soldado de infantería que alcanzó fama y notoriedad por haber hecho prisionero al rey Francisco I de Francia en la Batalla de Pavía; Andrés de Urdaneta, cosmógrafo, marino y explorador, famoso por descubrir y documentar una ruta a través del Océano Pacífico, conocida como Ruta Urdaneta o Tornaviaje; Juan Sebastián Elcano, quien participó en la primera expedición que dio la vuelta al mundo y capitaneó su parte final, consiguiendo regresar a Sanlucar de Barrameda junto con otros diecisiete supervivientes, entre ellos, Juan de Zubileta, marinero de La Victoria nacido en Baracaldo y Juan de Acurio, piloto de Bermeo.

Si nos adentramos en el siglo XVIII, encontramos a Bruno de Heceta y Dudagoitia, oficial naval nacido en Bilbao que exploró la costa estadounidense del Océano Pacífico y a quien podemos englobar dentro del denominado grupo de “marinos científicos vascos” junto con Antonio de Gaztañeta, Juan Francisco Aguirre, Andrés Oyarvide, Domingo Boenechea o José de Mazarredo. Y si comenzamos con el siglo XIX nos encontramos al almirante Cosme Churruca en la Batalla de Trafalgar junto a Ignacio María de Álava, José Gardoqui, Francisco de Moyua e Ignacio de Olaeta.
Todos ellos tienen algo en común además del valor: son vascos. Su aportación a España, su compromiso y su patriotismo están fuera de toda duda.

ANORMALIDAD LINGÜÍSTICA

En la versión en castellano de la página Web del Ayuntamiento de Silla se puede acceder a una sección llamada “Servei de normalització lingüística”. Pulso para enterarme de a qué llama el Ayuntamiento “normalización lingüística” y el asunto no tiene desperdicio. Uno de los servicios ofertados se titula: “Assessorament sobre la valencianització de noms y cognoms”. Se trata de un re-make de una película que ya he visto: “Euskalduniciación de nombres y apellidos”, sólo que en versión valenciana. Ni entendí la primera ni entiendo la segunda. Creía que uno se llama Verónica, Juan o Begoña y mantiene dicho nombre toda su vida. En Valencia hay más Amparos que en Badajoz, y en Sevilla más Macarenas que en Oviedo. También están los diminutivos y los apelativos cariñosos del ámbito familiar pero no se trata de costumbres o estadísticas sino de no parecer español.
En Vascongadas, no contentos con las traducciones de nombres que inventó Sabino Arana para que no se parecieran a sus correspondientes nombres en castellano (las Marichos o Marichus pasaron a llamarse Miren), cientos de padres (especialmente los nacidos en otras provincias o hijos de inmigrantes) ponen a sus hijos nombres cuya traducción al castellano sería “trueno”,“río”o “roble” en un afán de demostrar un panteísmo legendario y en consecuencia, un profundo amor a la naturaleza, a diferencia de los españoles, adictos a los nombres del santoral.
Pero “vasconizarse” lleva implícito “desespañolizarse”. Así que Biktor Gartzia y Paki Kintana, nacidos en Villanueva de la Serena y en Lugo respectivamente, ante la dificultad de aprender euskera, emplean en su ámbito social, frases cortas, expresiones o saludos en dicha lengua; envían a sus hijos Nube y Roble a clases de chistu y chalaparta (antiquísimos y tradicionales instrumentos usados en Vascongadas desde épocas prehistóricas) y niegan unas raíces y una historia que ni conocen ni quieren conocer y abrazan una nación en ciernes, llena de tradiciones y heredera de siglos de ultrajes y abusos por parte del imperialismo español para la que exigen la independencia.
En la página Web del Ayuntamiento de Silla, también ofrecen escribirte en valenciano el rótulo de tu comercio. No imagino a una señora de Burgo de Osma que quiera abrir una mercería o un taller mecánico, yendo a su ayuntamiento para que un fulano le diga como tiene que escribir dichas palabras en el letrero de la tienda. Me viene a la memoria la vez que me dediqué a contar los diferentes rótulos con la palabra “farmacia” que se ven desde el autobús que hace el trayecto de Bermeo a Bilbao. Pharmazia, pharmatzia, farmazia, farmatzia… y botika. Nada más y nada menos que cinco. Nunca sabré cual es el correcto ni creo que lo sepa Biktor Gartzia, su hija Nube o la madre que parió a todos ellos. Pues nada, a seguir el ejemplo.

jueves, 12 de abril de 2007

EN EL BURLADERO (I parte)


El articulo 11 de la Constitución Española, en su apartado segundo dice que "ningún español de origen podrá ser privado de su nacionalidad", lo cual, es un alivio para los alérgicos al huevo. Lo digo por la tortilla de patatas, ese clásico de nuestra gastronomía que los ingleses denominan "tortilla española" y que es consumida en todas las provincias como desayuno, almuerzo, comida o cena, para deleite de nuestros paladares. Tan extendido está su consumo y desde tan antiguo que se ha convertido, de alguna manera en un símbolo nacional. Ahora bien, ninguna ley obliga su ingesta por lo que se puede ser español y no comer tortilla de patatas, bien porque se es alérgico al huevo, porque aporta 3.000 calorías por centímetro cúbico o simplemente porque no te gusta. Pues lo mismo ocurre con las corridas de toros. Se puede ser español y no distinguir una verónica de una chicuelina o creer que Islero es el habitante de una isla.No debe ser tan obvio lo que trato de exponer teniendo en cuenta el empeño de los nacionalistas en acabar con la Fiesta Nacional.Cuando en 1124 Alfonso VII casó con Doña Berenguela La Chica, hija del Conde de Barcelona, hubo toros en Saldaña, lugar del enlace. Los hubo también cuando Alfonso VIII casó a su hija Doña Urraca con el rey Don García de Navarra y los hubo cuando Juan II casó con Doña María de Aragón en Medina del Campo en 1418. Quizás un grupo de guipuzcoanos fueron contratados u obligados a tocar el chistu en los mencionados enlaces o incluso niños del barrio de pescadores de Barcelona deleitaron al público con un espectáculo de castellers pero las crónicas no dicen nada al respecto. En 1701 a la llegada de Felipe V a España para tomar posesión del trono, se celebró en su honor una corrida de toros navarros en la que el Licenciado Falces (inmortalizado por Goya en un aguafuerte) y sus originales lances de capa, dieron origen al actual toreo de capote. Quizás algunos fornidos aizcolaris vizcaínos hicieron las delicias del respetable cortando unos cuantos troncos pero las crónicas no lo mencionan.

EN EL BURLADERO (II parte)


Y es que los nacionalistas son muy sensibles. Ya lo decía Schopenhauer: “Quien es cruel con los animales no puede ser buena persona”. Puede que los nacionalistas sean necios, ignorantes, manipuladores o estúpidos pero buenas personas, como el que más. Así que si unimos su sensibilidad a su bondad entenderemos la repulsión que les produce la contemplación de un burlaco de 500 kilos con seis banderillas clavadas en el lomo. Si a esto le sumamos que las banderillas están adornadas con cintas rojas y amarillas y que la banda de la plaza se arranca con “Soldadito español” a ritmo de pasodoble, la visión les puede producir un estado cataléptico irreversible.“Pues que se queden en casa, que nadie les obliga a ir a los toros” pueden decir algunos. Ya, pero tiene que ser muy duro para ellos intentar echar la siesta (perdón, que no echan la siesta, que la siesta representa la holgazanería legendaria de los españoles) o jugar a la petanca (¿la petanca es española?) mientras a unos metros o a unos kilómetros, unos toreros, desalmados y sádicos, se entretienen clavando en esas corniveletas criaturitas del Señor, toda suerte de instrumentos cortantes para regocijo de las masas. Normal que no quieran ser españoles. Ahora bien, si toda la energía que gastan en acabar con las corridas de toros la emplearan en defender a los cientos de españoles que están amenazados, cuyas libertades han sido cercenadas y que son denostados y agredidos por defender sus ideas, las cosas serían muy distintas. El Gobierno canadiense acaba de inaugurar la temporada de caza de la foca arpa. Su portavoz ha manifestado que la caza con garrote es incluso menos cruel que los métodos utilizados en los mataderos comerciales. Para este año, se han limitado las capturas a 270.000 ejemplares. Será cuestión de mandarles a Carod Rovira y compañía. Ya verán como en un plis-plas acaban con las matanzas. Y con Canadá. Y con la Commonwealth. Y con lo que se les ponga por delante.

domingo, 8 de abril de 2007

LAS COMPARACIONES SON ODIOSAS


Si son ustedes usuarios de Internet les invito a realizar una prueba. Tecleen en Google "Horacio Nelson" y comprobarán como al instante aparecen a su disposición 835.000 entradas referidas al ilustre marino. Hagan la misma operación escribiendo ahora "Cosme Churruca" y verán que aparecen tan sólo 12.500. Lo mismo ocurre con James Cook, de quien hay disponibles 31.400.00 páginas y con su coetáneo Alejandro Malaspina que sólo aparece en 60.000.
Teniendo en cuenta la talla histórica de nuestros marinos, que en nada pueden envidiar las hazañas de Cook y Nelson, la falta de interés y reconocimiento que se deduce es, sencillamente vergonzosa. Los ingleses llaman a su reina Isabel I "La Buena Reina Bess" por más que la ínclita señora apoyara la piratería contra el comercio marítimo español y ordenara ejecutar a su prima, la católica Maria Estuardo. Los españoles en cambio, denostamos a Isabel la Católica por antisemita, intolerante y si me apuran por fascista, olvidando su apoyo al descubrimiento de América y su contribución a la creación del primer Estado Moderno.
A los niños españoles no se les enseña quienes fueron Henán Cortés, Pizarro o Núñez de Balboa, no vaya a ser que en algún poblado de las faldas de Machu Pichu, se sientan ofendidos y recuerden lo felices que eran sus antepasados antes de la llegada de los españoles, pusiera fin a su cultura y pintorescas celebraciones donde lo mismo un sacerdote del templo te arrancaba el corazón que te arrojaban por el acantilado si eras doncella. Teniendo en cuenta cómo realizó la conquista del Oeste americano Kevin Costner, las comparaciones son adiosas.