martes, 17 de abril de 2007

ANORMALIDAD LINGÜÍSTICA

En la versión en castellano de la página Web del Ayuntamiento de Silla se puede acceder a una sección llamada “Servei de normalització lingüística”. Pulso para enterarme de a qué llama el Ayuntamiento “normalización lingüística” y el asunto no tiene desperdicio. Uno de los servicios ofertados se titula: “Assessorament sobre la valencianització de noms y cognoms”. Se trata de un re-make de una película que ya he visto: “Euskalduniciación de nombres y apellidos”, sólo que en versión valenciana. Ni entendí la primera ni entiendo la segunda. Creía que uno se llama Verónica, Juan o Begoña y mantiene dicho nombre toda su vida. En Valencia hay más Amparos que en Badajoz, y en Sevilla más Macarenas que en Oviedo. También están los diminutivos y los apelativos cariñosos del ámbito familiar pero no se trata de costumbres o estadísticas sino de no parecer español.
En Vascongadas, no contentos con las traducciones de nombres que inventó Sabino Arana para que no se parecieran a sus correspondientes nombres en castellano (las Marichos o Marichus pasaron a llamarse Miren), cientos de padres (especialmente los nacidos en otras provincias o hijos de inmigrantes) ponen a sus hijos nombres cuya traducción al castellano sería “trueno”,“río”o “roble” en un afán de demostrar un panteísmo legendario y en consecuencia, un profundo amor a la naturaleza, a diferencia de los españoles, adictos a los nombres del santoral.
Pero “vasconizarse” lleva implícito “desespañolizarse”. Así que Biktor Gartzia y Paki Kintana, nacidos en Villanueva de la Serena y en Lugo respectivamente, ante la dificultad de aprender euskera, emplean en su ámbito social, frases cortas, expresiones o saludos en dicha lengua; envían a sus hijos Nube y Roble a clases de chistu y chalaparta (antiquísimos y tradicionales instrumentos usados en Vascongadas desde épocas prehistóricas) y niegan unas raíces y una historia que ni conocen ni quieren conocer y abrazan una nación en ciernes, llena de tradiciones y heredera de siglos de ultrajes y abusos por parte del imperialismo español para la que exigen la independencia.
En la página Web del Ayuntamiento de Silla, también ofrecen escribirte en valenciano el rótulo de tu comercio. No imagino a una señora de Burgo de Osma que quiera abrir una mercería o un taller mecánico, yendo a su ayuntamiento para que un fulano le diga como tiene que escribir dichas palabras en el letrero de la tienda. Me viene a la memoria la vez que me dediqué a contar los diferentes rótulos con la palabra “farmacia” que se ven desde el autobús que hace el trayecto de Bermeo a Bilbao. Pharmazia, pharmatzia, farmazia, farmatzia… y botika. Nada más y nada menos que cinco. Nunca sabré cual es el correcto ni creo que lo sepa Biktor Gartzia, su hija Nube o la madre que parió a todos ellos. Pues nada, a seguir el ejemplo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y porque te viene a la mente el ejemplo de una señora de El Burgo de Osma?
Diario de un burgense